Carnaval

Día de celebración: Fin de semana antes de la Cuaresma con fecha variable entre febrero y marzo según el año

Historia

Los orígenes del Carnaval se remontan a las antiguas civilizaciones de Egipto y Sumeria, aunque otras fuentes lo sitúan en la Grecia clásica, con las fiestas en honor a Dionisio, y en la Roma antigua, con las Saturnales, celebraciones dedicadas al dios Saturno.

En las sociedades cristianas, el Carnaval adquirió gran relevancia, especialmente durante la Edad Media, cuando la Iglesia Católica prohibió el consumo de carne durante la Cuaresma. Con la expansión del cristianismo, estas festividades adoptaron el nombre de Carnaval, que significa literalmente «quitar la carne».

Durante el Renacimiento, el Carnaval se introdujo en las cortes europeas, ganando en sofisticación y elegancia. Alcanzó su máximo esplendor en Italia durante el siglo XVI, especialmente con la familia Medici, donde se celebraban grandes desfiles, danzas y se lucían trajes espectaculares.

Sea cual sea su origen exacto, el Carnaval refleja una tradición profundamente arraigada en numerosas culturas, como una forma de celebrar el fin del invierno, honrar a las divinidades, manteniendo ritos y símbolos que han llegado hasta nuestros carnavales actuales.

El Carnaval de Cabezarrubias

No está fijada la fecha exacta de celebración en nuestra localidad. Sin embargo, si algo ha mantenido vivo el Carnaval de Cabezarrubias del Puerto a lo largo del tiempo, han sido sus tradiciones, entre las que se encuentran:

  1. Máscaras callejeras
    Célebres en numerosas partes del país, las máscaras callejeras se distinguen por su creatividad y anonimato. Con un atuendo buscado entre los baúles de la cámara, elaborado con ropa vieja, cubriendo el rostro, disimulando los gestos y cambiando el tono de voz para evitar ser reconocidos. Una vez transformados, recorren todo el pueblo y se dedican a gastar bromas e incordiar —siempre con humor— a los vecinos. Uno de los lugares más populares para estas máscaras era El Descabezo, donde solían concentrarse y desplegar su peculiar arte del engaño. Cuentan que, tras la guerra civil prohibieron que las máscaras salieran a la calle, pero hubo quien desafió la norma. ´
  1. Las Estudiantinas
    Célebres por su música pegadiza y el colorido de su vestuario, las estudiantinas fueron una de las manifestaciones más alegres y populares del carnaval local. Se trataba de grupos mixtos que interpretaban canciones vocales acompañadas principalmente por instrumentos de cuerda, como guitarras y bandurrias.
    Recorrían el pueblo de casa en casa, cantando en corro, encabezadas por una niña que portaba la bandera del grupo. En cada vivienda, los anfitriones ofrecían un pequeño ágape o una propina, agradeciendo la visita con alegría.


Algunos autores de este género pasaron a la historia local por la calidad de sus composiciones y el entusiasmo que despertaban:

  • El Tío Polis, autor de estudiantinas como Las Asturianas (1950), Las Valencianas, Las Manchegas (1962) y Las Murcianas (1965).
  • Prudencio, creador entre otras de Las campesinas (1982), Las Manchegas (1983) y Las Informadoras (1984).
  • Raimundo, responsable de las últimas estudiantinas del carnaval: Las Extremeñas (1988), Las Africanas (1989) y Los Bandoleros (1990).

Los Quintos

Se llamaba quintos a los jóvenes que, al alcanzar la mayoría de edad en España, eran llamados a cumplir con el servicio militar obligatorio. En muchas localidades, este momento vital se celebraba con una fiesta previa a la incorporación. En nuestra localidad, dicha fiesta tenía lugar el lunes de Carnaval.

Aunque el servicio militar fue abolido, la tradición de los quintos ha perdurado con el tiempo, siendo el lunes su día principal.

la Vaca Romera

Aunque ha mantenido su esencia, la Vaca Romera ha experimentado algunos cambios a lo largo del tiempo, en cuanto al vestuario, así como al día de su celebración.

Antiguamente, esta tradición consistía en que una o varias personas se disfrazaba de vaca utilizando pieles, cencerros y cuernos, mientras que el resto de los participantes se vestía de gañanes, cuidadores y espontáneos, representando así un encierro callejero de forma festiva.

En la actualidad, la Vaca Romera se celebra el lunes por la tarde y es organizada por la Asociación Cultural Taurina “Antonio Sánchez Puerto” junto a un grupo de personas aficionadas al carnaval. Como vaca se utilizan carretones con cuernos.

La Cascarrina

Es una tradición popular en desuso, cuyo origen se remonta a la práctica de pasarse objetos de barro, como botijos y cántaros, de unas manos a otras sin que se rompieran. Estos objetos solían estar ya deteriorados por el uso.

El acto se llevaba a cabo formando un corro, en el que los participantes lanzaban los objetos con cuidado pero también con agilidad, poniendo a prueba su destreza. Esta actividad se realizaba en la plaza, el Miércoles de Ceniza tras la eucaristía, marcando así el inicio del tiempo de Cuaresma con un gesto simbólico de renovación, purificación y limpieza. 

Con el tiempo el Carnaval ha ido evolucionando, aumentando en participación y modificándose algunas tradiciones, siendo estos los momentos más significativos en la actualidad:

Viernes de Locura

Los quintos cuelgan sus tradicionales pancartas hechas con sábanas viejas y botes de espray, anunciando así que comienza la fiesta.

En 2004, Anaciclus, impulsado por el espíritu irreverente y festivo del carnaval, decidió añadir una nueva cita al calendario local: el Viernes de Locura. No era un día cualquiera, con él llegaba también la creación del galardón “Máscara Popular”, un reconocimiento entrañable otorgado a quienes, con pasión y entrega, habían consagrado su vida al arte y la tradición del carnaval local.

Un año más tarde, en 2005, la chispa inicial se avivó aún más con la celebración del primer pregón de Carnaval, dando voz oficial al comienzo de las fiestas, pero también dejando espacio emotivo al recuerdo personal, el humor y la diversión.

¿Por qué “de locura”? Porque durante los primeros años, los disfraces se elaboraban en una divertida búsqueda, subiendo a la cámara, revolviendo en los viejos baúles y armarios, y rescatando piezas de carnavales pasados. De esas mezclas sin orden ni reglas, nacían los atuendos más inesperados, disparatados y originales.

Con el paso del tiempo, el Viernes de Locura se consolidó como el inicio del carnaval. Una tradición esperada y querida, reservada para el disfraz más loco, más divertido, más libre. Un homenaje al caos festivo, a la imaginación sin filtros y a la magia de ser, por un día, lo que se quiera ser… o todo a la vez

Sábado de Carnaval: de “La gran noche del Carnaval” al “Carnaval de día”

Antiguamente, el sábado de Carnaval era un día sin mayor relevancia festiva. Los disfraces no hacían su aparición hasta el desfile del domingo. Sin embargo, en el año 1995, todo cambió con la irrupción de una chirigota callejera bajo el nombre de “Los banqueros de Mario Conde”. Su humor y espontaneidad animaron este día, marcando el inicio de una nueva costumbre.

Aquel grupo inicial continuó participando en años posteriores y, con el tiempo, dio origen a la comparsa “Los Justitos”. Esta agrupación se convirtió en una referencia del Carnaval de Cabezarrubias, y su presentación durante la tarde en El Círculo pasó a ser el verdadero pistoletazo de salida para este día.

Durante años, el ambiente festivo se trasladaba a las discotecas locales en horario nocturno, donde la música, los disfraces y la alegría llenaban la noche del sábado con múltiples fotografías para el recuerdo. Sin embargo, tras la pandemia y el cierre de estos locales, la fiesta se reinventó. El carnaval nocturno dio paso a una celebración diurna, reuniéndonos en la plaza a partir del mediodía, devolviendo así el protagonismo a la calle y fortaleciendo el carácter popular y participativo de la fiesta.

Domingo de Carnaval: El Desfile

El domingo era, en sus orígenes, el día de presentación de las estudiantinas. Las cuales iniciaban su recorrido en casa del alcalde, donde entonaban sus coplas a modo de petición simbólica para poder cantar por el pueblo. Una vez recibido el «permiso», recorrían las calles llenándolas de humor, color y música, seguidas por una gran multitud que disfrutaba del ambiente festivo.

Con el paso del tiempo y la desaparición de las estudiantinas, surgió el desfile de disfraces como nuevo acto central del domingo. Este desfile congregó a todos los grupos participantes en un recorrido que iba desde El Círculo hasta la Plaza. Allí, algunos grupos ofrecían pequeñas coreografías o escenificaciones relacionadas con su disfraz, aportando creatividad y vistosidad al evento.

El acto culminaba con la entrega de premios por parte del jurado, reconociendo el esfuerzo, la originalidad y el humor de los participantes. Ya por la noche, tenía lugar el primer baile de los Quintos en el bar del gordo, o el bar del blanco (ya desaparecido).

En la actualidad, el desfile continúa siendo el acto más destacado del domingo, especialmente por la participación de los más pequeños, que desfilan de forma individual o en grupo. Ellos son ahora los verdaderos protagonistas, manteniendo con ilusión una tradición que se ha transmitido de generación en generación.

Lunes de Carnaval: Día de los Quintos

El lunes de Carnaval es el día grande para los quintos, los jóvenes que alcanzan la mayoría de edad durante el año y que, tradicionalmente, se preparaban para el servicio militar. Aunque este ya no existe, la tradición ha perdurado como un símbolo de paso a la vida adulta y de unión generacional.

Los quintos eligen un nombre para su quinta, y visten todo el fin de semana un disfraz relacionado con él, junto con una garrafa de vino y un jarro, ofreciendo un trago a todo el que quiera compartir con ellos la alegría del momento.

Pero es el lunes cuando se engalanan con el traje tradicional: camisa blanca, chaleco negro adornado, pañuelo blanco bordado y sombrero negro con puro adornado con hilos de seda y flores.

Uno de los actos más representativos tiene lugar a las 16:00 horas: el tradicional descabezo. Antiguamente, consistía en descabezar pollos vivos montados a lomos de un burro o caballo adornados para la ocasión., una práctica que fue sustituida en los años 60 por una versión simbólica: los quintos deben atrapar con un tenedor cintas de colores con anillas, colgadas a modo de reto de habilidad. Las cintas ganadas se colocan en el cuello y, al finalizar, se reparten como recuerdo.
Después, los quintos recorren las casas de sus compañeros para disfrutar de los dulces típicos: rosquillos, bartulillos, flores y el tradicional refresco. Es una jornada de puertas abiertas, de convivencia y tradición compartida con vecinos y familiares.

Por la tarde, en la plaza se realiza la vaca Romera.

Por la noche, tiene lugar la cena de los quintos, en la que se reúnen con familiares y amigos para celebrar el fin de su etapa como jóvenes del pueblo. Esta cena, en el pasado, se hacía con los pollos obtenidos durante el descabezo.

El broche final del día lo pone el conmovedor Baile de las Madres, que se celebra a medianoche. Las madres de los quintos, elegantemente vestidas con mantones, mantillas o trajes confeccionados para la ocasión, realizan un recorrido hasta el salón de baile. A su entrada triunfal suena la canción “A mi madre” del Fary, en un homenaje lleno de emoción, recordando aquellos tiempos en los que los hijos se despedían para marchar a filas al día siguiente.

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